¿Dónde habíamos quedado? Ah, sí: justo en el momento en que el chico se había tomado un descanso. Bueno pues ahora la cámara vuelve a entrar por la ventana haciendo un Dolly-in a través de los visillos, acercándose hasta coger a la pareja de mocosos sobre el sofá-cama en un ángulo picado. Pasa a un primer plano del chaval justo cuando dice:
–¿El tabaco?– demandé con
ansiedad tumbado sobre el colchón de espuma, tapado únicamente con mis
apretados slips color azul marino.
Se incorporó para alcanzarme el
paquete (el de Ducados, me refiero) que habíamos dejado sobre la mesa. Vestía
únicamente –gracias a mi torpeza, ¡sino
de qué!– un conjunto interior de algodón
blanco y les puedo asegurar que tenía un tipazo que quitaba el hipo.
Fue aquel el cigarrillo más rápido
de cuantos consumí durante mi época como fumador, porque en un par de minutos
ya estaba mi mano derecha intentando abrir aquel condenado broche que tanto se
me resistía.
–¿No te huele a quemado?
Olfateé un par de veces al aire
sin dar importancia al asunto, pensando que si olía a humo sería debido al
aumento de temperatura que sufría en aquellos momentos quien humildemente
relata los hechos (¡pónganse en
mi lugar!)
–No me huele a nada– contesté
mientras pensaba “pues pa mí que está soldado el broche de las narices”
Ya me dolían los dedos tras
infinitos intentos de desencajar aquellas dos piezas metálicas, cuando de
pronto se produjo el milagro. Por fin el cierre se separó dejando libre su
espalda. Entonces deslicé suavemente el tirante sobre su hombro izquierdo en
dirección a su brazo, a la par que su pecho comenzaba a descubrirse lentamente y
. . .
–¡Está quemando el colchón!–
gritó saltando del sofá a la vez que se tapaba con ese instinto que tienen las
mujeres en situaciones límite.
No había fuego, pero un boquete
se iba maximizando cada vez más, consumiendo la espuma y formando un humo negro
y denso. Tomé uno de los cojines del sofá y comencé a golpear el colchón con
todas mis fuerzas. Enseguida aparecieron Pérez y Diptongo y se pusieron a
vapulear el origen de la humareda con lo primero que pillaron.
Para asegurarnos de que aquello
no se iba a reavivar no nos quedó más remedio que derramar una jarra de agua en
el agujero que se había formado en la espuma. Y tras asegurarnos que habíamos
extinguido el posible incendio, devolver el sofá a su posición inicial y
ventilar la estancia, puedo garantizar que nadie que hubiese llegado en aquel
momento se habría percatado de lo que allí acababa de ocurrir.
Cuando conseguimos dejar el
apartamento tal como lo habíamos encontrado nos largamos de allí como si nos
persiguiera el diablo. Y como a mis compañeros de fatigas tampoco les había
salido el plan tal y como previamente habíamos imaginado, cuando las chicas se
fueron a casa, nosotros quedamos tomando algo. Bebiendo para olvidar, ya saben.
Y oye, eso sí que funcionó porque.
. . ¡por más que pienso no consigo recordar qué fue lo que tomamos!
Bueno, Oñera, menos mal que el "copazo" funcionó.
ResponderEliminarMe tienes preocupada de tantas desgracias.......
Que todas las desgracias sean como estas que os cuento, Teresa.
EliminarGracias por dedicar unos minutos a leerme. Un abrazo.
Imagino que nos regalaras una tercera parte, porque ya estoy yo enganchada a estos relatos. Gracias, me has echo reir, de nuevo. Un abrazo
ResponderEliminarGracias a ti Eva, por tu visita y por tu risa. Seguiré relatando mis ocurrencias.
EliminarUn abrazo.
Obrigado meu caro amigo pela presença neste dia tão importante para mim.Abs.
ResponderEliminarÉ sempre um prazer visitar seu espaço e ouvir a sua voz.
EliminarUm abraço.
Bueno, me pilló fuera de onda -en pleno viaje de vuelta- este esperado desenlace. Pues menudo zote eras, Oñera (El excesivo ansia y entusiasmo, es lo que tiene, jiii)No solo te privas de tu ansiado momento sexual, sino que, además dejas a tus sufridos colegas a dos velas... anda, que... Mira que lo del cigarrilo post-coito, lo tenía muy visto, pero el cigarrillo ante-coito, no lo habia visto en mi vida...Ja,ja. El caso es que tu pequeña desgracia -que en su momento, reconozco, no fue tan pequeña...-, me ha hecho soltar una buena carcajada. Solo espero que tuvieras más suerte en el siguiente intento: ¿Con la misma chica?, ¿con otra diferente? Acaso, ¿no hubo otro momento? Hum... ¿Ves?, ahora me vuelves a dejar en ascuas....
ResponderEliminarAbrazote con intención consoladora, aunque tardía...
Con esto queda demostrado que fumar es malo, Margarita (y si vas a fumar que sea después, claro)
EliminarEn breve más desventuras de adolescencia.
Un abrazo.
oñera!! por Dios!! jajaja, me rio a gusto, fracasos parecidos (no iguales) pero que buena pinta da todo! y mi tozudez en saber llegar hasta allí, pienso que no hubo ocasión parecida con las mismas mozas, ozú! ser joven! sólo una vez!
ResponderEliminartonets guapu, me has solventado un calor de asfixia por un acalorado impulso juvenil, gracias guapo!! a por más!!
Aventuras de juventud, Teresa. Me alegra que te gusten.
EliminarGracias por tu risa. Un abrazo.